
El ajedrez ha dejado de ser solo un juego de estrategia para convertirse en una herramienta educativa transformadora. El ajedrez en Tajamar, desde su inicio en 2009 como actividad extraescolar, se ha consolidado como una apuesta decidida por el desarrollo integral de los alumnos. Hoy, la Escuela de Ajedrez de Tajamar forma parte del Club Deportivo del centro, y cuenta con siete equipos en competición, más de medio centenar de alumnos de todas las edades y una cantera que destaca a nivel nacional.
Más que un deporte: una escuela de virtudes
El ajedrez educa. Lo cuenta Héctor, Maestro Internacional y director de la Escuela: “Este deporte ayuda a tomar decisiones, fomenta la concentración, la paciencia, el respeto, la responsabilidad. Enseña a ganar y a perder, a pensar con claridad en medio de la presión. Y eso vale para toda la vida”.
Héctor, cubano de origen y profesor desde hace 42 años, ha formado a más de 25 Grandes Maestros a lo largo de su carrera. Hoy sueña con que Tajamar forme al
primero desde Primaria. “Estamos cerca. Puede que en cuatro o cinco años lo logremos. Pero lo más importante es cuidar a todos y hacer equipo”.
Una historia de inclusión, superación y comunidad
Detrás de cada partida hay historias de esfuerzo. Como la de Adrián, de solo 10 años, que viene desde Torrelodones dos veces por semana para entrenar. O George Michael, alumno de Secundaria, que dedica más de 12 horas semanales a estudiar ajedrez porque quiere llegar a ser Gran Maestro. O Ángel, de origen chino, que descubrió el ajedrez gracias a su madre y hoy lo considera su mejor herramienta para “pensar y usar la cabeza”.
Una inversión que da frutos
En 2023, la Escuela de Ajedrez de Tajamar fue reconocida como el mejor club de Madrid, cosechando títulos en varias categorías. Pero el mayor éxito no se mide en trofeos, sino en el impacto que el ajedrez tiene en el aprendizaje, la autoestima y la madurez de los alumnos.
Los resultados académicos mejoran. Las relaciones personales crecen. Y el ambiente de respeto, multiculturalidad e igualdad se respira en cada rincón del edificio donde se entrena.
Seguimos soñando. Sigamos jugando. Sigamos transformando vidas, jugada a jugada.